martes, 31 de mayo de 2016

Querido Galileo

Querido Galileo,

Estas líneas son para darte la enhorabuena por tu rehabilitación 360 años después de que te condenaran ignominiosamente. No te condenaron por dañar a nadie ni por cometer un delito, sino por defender una concepción de nuestro sistema solar que, en la época, parecía ir contra los prejuicios y dogmas dominantes, celosamente defendidos por la Iglesia. Te gustará saber que esa concepción tuya es hoy aceptada universalmente y hasta enseñada en las escuelas.
Me resisto a desearte que te encuentres bien al recibo de la presente, como se solía decir en las cartas de antaño, porque supongo que la amargura con que abandonaste este mundo no se borra tan fácilmente. Y menos con una simple rectificación que, de tan tardía, te provocará, todo lo más, una triste sonrisa. Reconocer lo que es evidente, admitido por todo el mundo y comprobado hasta la náusea no es un gran mérito ni puede contrarrestar todo el mal que se hizo cuando se podía hacer. Seguir hoy manteniendo la intolerancia en el asunto que nos ocupa no puede hacer ya daño a nadie, como reconocer el daño hecho entonces no puede hacer ya bien alguno.
Dicen que todo fue fruto de un desgraciado malentendido; que los poderosos miembros del Santo

POR SU BIEN... ¡LEAN POESÍA!

CÓMO SE LEE UN LIBROJOSEPH BRODSKY
Este texto se basa en la conferencia que tuvo lugar en la apertura de la primera Feria del Libro de Turín. En él el Nobel Joseph Brodsky hace un curioso análisis de qué método seguir en la hora de decidirnos a leer un libro. La novela sale perdiendo, en detrimento de la poesía, pero los argumentos que esgrime para defender esa postura son de un evidente valor literario.


En general, los libros son, desde luego, menos finitos que nosotros. Incluso los peores entre ellos sobreviven a sus autores, principalmente porque ocupan un espacio físico menor que aquéllos que los escribieron. Están a menudo en las estanterías, acumulando polvo mucho después de que el escritor mismo se haya convertido en un puñado de polvorientas cenizas. Sin embargo, incluso esta forma de futuro es mejor que la memoria de unos cuantos familiares o amigos, memoria en la que uno no puede confiar, y a menudo es precisamente el apetito de esta dimensión póstuma el que pone la pluma de uno en movimiento.
Sin embargo, puesto que todos somos moribundos y puesto que leer libros es una actividad que consume tiempo, debemos idear un sistema que nos procure cierta economía por la necesidad de un atajo. De aquí,

CLAVELES AL ATARDECER

Todavía recuerdo como si fuera una sonrisa efímera, el día en el que todo empezó. No percibía la diferencia, no notaba lo fútil de la ocasión. Claveles al atardecer me dijiste, rosas conscientes de la fugacidad, prados repletos de soledad. Cuando pasó lo supe, señales en el cielo dormían, expectantes del fragor irreverente. Dudé no lo niego, viví no lo siento. La luz entra por los resquicios del mañana olvidado. Azaleas vigilantes, laureles taciturnos. Anochece, ¿Quién lo sabe? No es cierto, no está ahí. Buscar la paz no es sencillo. Ayúdame a salir. Nunca lo sabes, la preparación es etérea. Sólo retazos de lo inmemorial quedan ya. Cuánto podría haber pasado, lamentarse poco más. Cuán difícil es conceder respiros. Deja que pase, deja que lo sienta. Morir en la inmortalidad latente, saltar en la fugacidad pronunciada. Fachadas inmaculadas.

¿Que escribes? -dijo la voz -.

El momento no es tangible.

Claveles al atardecer.

Detalles que pasan desapercibidos.

Adiós.

Bienvenido.

viernes, 27 de mayo de 2016

CUARTO MOVIMIENTO

Escena 1
(Fondo negro, sale el siguiente poema:
- ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tu me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
Gustavo Adolfo Bécquer
          (Rima XXI- Rimas)
Aparece una playa, la cámara gira y vemos a Naila. Está caminando por la arena, corte, aparece Valentina que también está caminando por la arena, corte. Naila y Valentina están una delante de la otra. Naila acaricia el rostro de Valentina de forma melancólica, se abrazan, se distancian un poco. Valentina le da la espalda a Naila. Naila toca el hombro de Valentina. Valentina mira a Naila durante 7 segundos, corte. Imágenes del mar, la arena y árboles. Mientras se visualizan estas imágenes escuchamos las siguientes narraciones.)

Naila (Voz en off): Somos esclavos. Todos los seres humanos quieren ser libres. Pero no lo son, mientras tengamos sentimientos dependeremos de una fuerza mayor. Naturaleza, universo, dios, llámala como quieras, no seremos libres.

Valentina (Voz en off): ¿Por qué? ¿Por qué amo esta persona? Busco respuestas, nadie me las da. Dios lo ha escrito, es una reacción natural. No lo entiendo, siempre rechazamos a quien más nos quiere. La naturaleza es imperfecta, dios es cruel.

Escena 2
(Abre escena, se ve a Naila sentada frente a una mesa, tiene un cuaderno abierto delante suyo, parece que quiere escribir algo).
(Naila suelta el bolígrafo, mira hacia arriba y sale a la calle, corte).

Escena 3
(Naila camina hacia un parque, entra en el mismo y ve a una chica; Valentina. Valentina no nota la presencia de Naila, está sentada en el césped, Naila mira a Valentina, se le escapa una media sonrisa. Se acerca hábilmente hacia la misma, no quiere que Valentina note su presencia. Su semblante cambia al estar más cerca de ella, se gira y vuelve hacia su casa.)

(Durante el desarrollo de la escena.)

Naila (voz en off): ...sueños que se desvanecen, ¿cómo, por qué? ¿Cuándo me asaltaste por primera vez?

Valentina (voz en off): ¿Por qué es tan difícil? Fe, vida, el vértigo no pasa inadvertido. Madre, padre, ¿qué os llevó? ¿Qué os trajo? Jamás lo encontraré.

Naila (voz en off): No es real, pero lo deseo.

Escena 4
(Naila está en su casa, su habitación, estirada en su cama. Tiene la mirada perdida, su libreta está al lado suyo parece que hace poco la ha usado. Recibe un mensaje en el móvil, lo lee, sonríe. Valentina le pregunta si le apetece ir a dar una vuelta. Naila acepta. Valentina le dice que se pasará por su casa en 15 minutos. Naila se levanta de la cama de un golpe, corte.)

Escena 5
(Naila le abre la puerta de su casa a Valentina, Naila saluda con la cabeza a Valentina)

Naila: ¡Hola!

Valentina: Hola.

(Valentina entra en casa de Naila, ambas  se dirigen al salón. Se sientan.)

Naila: ¿Quieres algo?

Valentina: No, gracias. Estoy bien. Oye Naila.

Naila: Sí, dime.

Valentina: A ver si me enseñas de una vez tus poemas que me lo llevas prometiendo desde hace mucho tiempo.

Naila: También es verdad, si quieres te los puedo enseñar ahora.

Valentina: ¡Adelante!

(Naila y Valentina se levantan y se dirigen hacia la habitación de Naila.) (Naila y Valentina están sentadas frente al escritorio de Naila, en el escritorio hay un cuaderno abierto con poemas escritos en el)

Valentina: Vaya Naila, son muy bonitos.

Naila (entre risas): Eso se intenta.

Valentina: La verdad es que siempre me preguntaba cómo serían tus poemas. Y ahora que lo veo, no sé qué decir. Esto es muy bueno ¿Por qué no lo compartes con el mundo?

Naila: Porque el mundo no quiere poetisas en la sociedad de a pie.

Valentina: Bobadas, si a mí han gustado a mucha gente podrían gustarle.

Naila: Bueno, ¿vamos a dar una vuelta?

Valentina: ¿A eso hemos venido no? (rie).

(Valentina y Naila se levantan y se dirigen hacia la puerta de la casa de Naila, llegan, la abren y se van, corte).

Escena 6
(Planos de Valentina y Naila paseando, conversaciones triviales, planos de árboles y más planos de Valentina y Naila).

Naila (voz en off): Te miro pero no te veo. ¿Estás allí? No lo sé.

(La cámara se centra en Valentina y Naila).

Valentina (mirando a Naila): ¿Aún te sigue gustando aquel chico?

Naila: Fue algo pasajero, nunca nada sigue igual. ¿Y a ti qué? ¿Cupido ha lanzado su flecha?

Valentina: No lo sé si te soy sincera. ¿Pero así funciona no? ¿Esto es lo que nos hace humanos verdad? Sufrir por algo teóricamente bueno. Venimos de la nada y vamos a la nada, y en este camino sufrimos, sufrimos de distintas formas.

Naila: Desde luego amar es difícil, y amar a alguien que no te corresponde aún más. Tu has tenido la suerte de ser correspondida en alguna ocasión, yo jamás, tardes de melancolía, tardes de poesía. Que le den a la poesía si este es el precio a pagar. Más feliz sería con una persona a mi lado que con 100 poemas.

Valentina: Es triste pensar esto. No debería ser tan difícil.

Nalia: Pero lo es.

(La cámara sube hacia el cielo, se sostiene durante un breve periodo de tiempo, corte).  

Escena 7
(Casa de Naila, atardecer. La chica intenta relajarse se dirige hacia su habitación pero alguien le corta el paso).

Chico: ¿Qué exitazo verdad?

Naila:... Otra vez.

Chico: No de verdad me alegro mucho por ti.

(El chico intenta coger por detrás a Naila.)

Naila: ¿Cómo has entrado?

Chico: La pregunta no es cómo, si no por qué me has dejado entrar.

Naila: Por favor vete, aquí nadie te ha llamado.

(El chico abre la puerta para irse.)

Chico: Recuerda, la puerta siempre está abierta.

(El chico cierra la puerta y se va.)

Escena 8
(Naila se sienta en una silla, escribe en su libreta.)

Naila (Voz en off): ¿Porque yo? Tanta dificultad, ¿Para qué?

(Aparece una chica por detrás de Naila, le da un beso en la mejilla. Naila se siente incómoda).

Chica:... Déjate llevar.

Chica: ¿Has bailado alguna vez al son de la luna?

Naila (intentando mantener la calma): ¿Quiénes sois?

Chica: ¿Quiénes?
Naila (alterandose visiblemente): Sí maldita sea. Tú y el de blanco.

Chica: Ahora que lo mencionas ese chico es un bastardo.

(Aparece el chico a escena).

Chico: Eso es debatible cariño.

Chica: No se ni cómo te atreves a llamarme así.

(El chico se altera sin razón aparente, le levanta la mano con intención deplorable, la chica le coge la mano).

Chica: Vuelve a hacerlo y caerás fulminado ahora mismo.

(Naila observa la escena impasible, no sabe cómo reaccionar).

Chica: Vayámonos “cariño” no deseamos perturbar la tranquilidad de nuestra invitada.

(La chica y el chico se van de casa de Naila, corte).

sábado, 7 de mayo de 2016

RECUERDOS OLVIDADOS

Rocé con la yema de los dedos la superficie del lienzo. Con mi mirada, reseguí las líneas que definían el contorno de las figuras, admirando cómo unos simples trazos podían reflejar la belleza de la realidad. Mi memoria, con la ayuda de los colores cálidos que daban vida a la imagen, recuperó aquellos recuerdos felices perdidos que solo aparecían cuando observaba aquel cuadro. Mis ojos se anegaron de lágrimas añorando el lugar de mis recuerdos y, con dolor en la mirada, aparté la vista.

Hacía muchos años que había huido de mi país de origen huyendo del miedo, el hambre y la miseria – era solo una niña – y a mi memoria le costaba recordar la felicidad y belleza que presencié durante mis primeros años y que me fue arrebatada. Aquel cuadro era el único capaz de devolverme aquello que yo echaba de menos: mi hogar.

El día que el horror invadió la ciudad, el sol resplandeciente iluminaba la ciudad como si fuera un diamante refulgente lleno de vida y belleza que no podría nunca ser arrebatada. Pero unos aviones ruidosos cruzaron el azul cielo y, lanzando bombas, rompieron el fino cristal que protegía nuestra felicidad del exterior. El pánico se extendió a gran velocidad por la ciudad; la gente gritaba, lloraba y se ponía a cubierto, esperando encontrar un lugar a salvo, pero nadie sabía que para aquello no había protección, al menos no en nuestra tierra. Así que mi familia decidió coger todo lo que teníamos y huir.

El camino fue difícil;  cada vez que hallábamos una nueva frontera que podía significar nuestra salvación, la entrada se nos era prohibida y nos mandaban de vuelta al último lugar donde habíamos sido aceptados: los campos de refugiados. Allí nos quedábamos un tiempo hasta que volvíamos a iniciar nuestra marcha en busca de un lugar donde retomar nuestra vida. Todos éramos conscientes de que no podíamos volver.

Tardamos meses y años en darnos cuenta que nadie nos quería en su tierra. El horror de la guerra se extendía más rápido que las masas de aquellos que buscábamos refugio, y todos los que vivían en otros países estaban asustados. El medio no les dejaba abrir las puertas. Al menos eso era lo que yo creía.

Pronto comprendí que, debido a razones políticas, económicas o religiosas no éramos bienvenidos en ningún lugar. Les robábamos las casas, los trabajos, el dinero, la cultura... Todos parecían encontrar excusas para dejarnos fuera y mandarnos de vuelta, a pesar de que existía una legislación a nuestro favor; una legislación que era ignorada completamente.

A pesar del hambre, la sed y el miedo, muchos de nosotros guardábamos la esperanza de conseguir un nuevo hogar, pero poco a poco la desesperación fue arrebatando nuestros corazones, hasta que ya nadie quiso seguir luchando.

Después de años de huida, conseguimos un barco que nos llevó a un nuevo país que estaba acogiendo emigrantes. Ilusionada, creí que por fin alguien nos aceptaba, pero descubrí, no con mucha sorpresa, que todo era una farsa política en la cual nosotros éramos el medio por el cual se conseguían más votos en su democracia. Había mucha gente en ese país partidaria de ayudarnos pero, como nosotros, se veían incapaces de hacer nada, ya que no tenían el poder suficiente para arreglar la situación. Muchos políticos se aprovecharon de ello y nos convirtieron en sus marionetas de usar y tirar. La mayoría de nosotros fuimos conscientes de la farsa, pero nadie dijo nada; por primera vez en mucho tiempo nos habían ofrecido un hogar, y nadie iba a renunciar a aquello.

Al llegar al país ilusionados y esperanzados, nos encontramos con que una gran masa de la población no estaba de acuerdo con acogernos, de manera que nos hicieron sentir como invasores y destructores de su tierra. Poco a poco, la discriminación y el racismo fueron manchando la rutina de nuestras vidas, hasta conseguir sentirnos culpables de vivir allí. El lugar que habíamos empezado a llamar hogar se volvió en nuestra contra, y acabó, de manera consciente, echándonos de su tierra.

Con el paso del tiempo nuestros viajes se redujeron, pero sin llegar a encontrar un verdadero hogar. Sentíamos que nuestras vidas ya no eran nuestras, que gente tiraba de los hilos de nuestras vidas, como los títeres de una función, y nos llevaban allí donde les era más conveniente, y no donde verdaderamente queríamos estar.

Mis últimos años de vida los pasé en una pequeña ciudad de la costa, donde todo era paz y tranquilidad, pero nunca llegué a sentirme como en casa. Por aquella razón, decidí hacer un último viaje a mi tierra, a pesar de que aún estaba en guerra, solo para poder sentir como era encontrarse de vuelta en mi hogar. Pero cuando llegué allí todo estaba destruido; la guerra lo había arrebatado absolutamente todo. Nada era como antes, y ya no podía volver al pasado.


Fue entonces cuando decidí pintar mis recuerdos sobre un lienzo, intentando recordar la felicidad que tanto echaba de menos. Con trazos de pincel logré representar aquellas imágenes difusas que se agolpaban en mi cabeza y, al finalizar mi obra, conseguí recuperar, por fin, todos aquellos recuerdos olvidados.

MELODíAS

Madera de arce que habla,
cuerdas que hacen vibrar,
dedos recorren las notas,
alguien lo hace sonar.


Alzando el brazo elegante,
respirando un mundo de paz,
perdido entre el silencio,
perdido, en las olas del mar.


Sonido que viaja, vibrando,
melodía que hace inspirar,
lágrimas lloran el olvido,
agradecen poder recordar.


Música resuena en su caja,
emociones nos hace llegar,
un amigo en muchos momentos,

un violín, mi mundo, mi paz.