Todavía recuerdo como si fuera una sonrisa efímera, el día en el que todo empezó. No percibía la diferencia, no notaba lo fútil de la ocasión. Claveles al atardecer me dijiste, rosas conscientes de la fugacidad, prados repletos de soledad. Cuando pasó lo supe, señales en el cielo dormían, expectantes del fragor irreverente. Dudé no lo niego, viví no lo siento. La luz entra por los resquicios del mañana olvidado. Azaleas vigilantes, laureles taciturnos. Anochece, ¿Quién lo sabe? No es cierto, no está ahí. Buscar la paz no es sencillo. Ayúdame a salir. Nunca lo sabes, la preparación es etérea. Sólo retazos de lo inmemorial quedan ya. Cuánto podría haber pasado, lamentarse poco más. Cuán difícil es conceder respiros. Deja que pase, deja que lo sienta. Morir en la inmortalidad latente, saltar en la fugacidad pronunciada. Fachadas inmaculadas.
¿Que escribes? -dijo la voz -.
El momento no es tangible.
Claveles al atardecer.
Detalles que pasan desapercibidos.
Adiós.
Bienvenido.
¡Genial! Me encanta... Seas quien seas --el apelativo Dertas_4 no me dice nada-- la creación literaria es uno de tus dones. Gracias por compartir con nosotros.
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