martes, 21 de mayo de 2019

ISLA CAROLINE


A inicios de Julio de 1519, un señor llamado Apolonio Villamonte tuvo una gran idea. La idea consistía en hacer un viaje en barco, con el propósito de abrir una ruta comercial  con las islas de las especias por occidente, buscando un paso entre el océano Atlántico y el océano Pacífico. Y así fue, partieron 5 naves desde Sevilla sin saber a qué se estaban enfrentando.

En el día 24 de Enero, se pararon en una pequeña isla llamada “Isla Caroline”, en el medio del océano pacífico, y sin saberlo acababan de pisar Oceanía. Como venían de un largo recorrido decidieron parar en la isla e ir en busca de recursos por la isla.

La isla era muy pequeña, pero así mismo estrecha y larga, y llena de agua en su interior, y rodeada por algunas zonas de floresta. En el primer día de estadía llegaron al atardecer, y su primera preocupación era encontrar leña para hacer hogueras.

Mientras tanto, los capitanes de cada embarcación se reunieron para debatir ideas y decisiones para el resto del viaje. Después de mucho tiempo discutiendo, descubrieron que había un gran problema. El problema era que los avituallamientos que los barcos podían llevar eran limitados,  y lo que necesitaban para seguir viaje ponía en riesgo la estabilidad de los barcos. Sólamente había dos opciones: la primera era coger los avituallamientos suficientes necesarios para seguir viaje y dejar algunos marineros en la isla; y la segunda era coger menos mantenimientos, reducir las raciones de los viajantes, y encontrar tierra los más rápido posible para restablecer los mantenimientos. Los capitanes que apoyaban la primera opción eran: Trinidad, Concepción y San Antonio; y los que apoyaban la segunda eran: Santiago y Victoria. Por eso como eran mayoría absoluta se decidió que se iba a realizar la primera opción.

Cada capitán fue a hablar con su respectiva tripulación para contarles lo que estaba pasando. Algunos no estaban de acuerdo con la decisión tomada, pero se aguantaron.

De repente un marinero, que normalmente se encargaba de las armas de fuego, se revolucionó. Y dijo que no estaba de acuerdo. Él creía que reduciendo todas las raciones daría para seguir la expedición, y no creía que era justo, que a algunas personas se les quitara la vida. Y fue en aquél momento cuando se cuestionó : “¿Quiénes serán las personas que se quedarán en la isla para salvar a los demás? ”. A esa pregunta le respondió rápidamente Apolonio Villamonte, diciéndole: “En los próximos días en esta isla, los capitanes estarán vigilando a los marineros. Se eligirán cincuenta personas aproximadamente según la calidad y rapidez de trabajo.” A partir de ahí, las personas se pusieron a trabajar duramente, sin descansar para conseguir un lugar asegurado en las naves.

Al día siguiente las naves ya estaban llenas de recursos, y la gente continuaba trabajando. Las personas se mostraban tristes y muy cansadas, pero nada las podía hacer parar. Cuando la cantidad de recursos llegó al límite, los capitanes empezaron a hacer la lista y las personas se pusieron a rezar.

Acabada la lista, los marineros todos se juntaron para oír quiénes iban a ser los desgraciados. Ya que Apolonio era el jefe de la tripulación, fue él quién lo hizo. Cada vez que iba diciendo un nombre se oían más gritos y llantos de las personas, era un horror pero tenía que pasar  para que la expedición acabase y con su objetivo cumplido. Hubo personas que se ofrecieron a quedarse en la isla, en cambio a que dejaran continuar la expedición una otra persona a su elección, pero todo tipo de peticiones como ese eran inaceptables, ya que unas personas eran más necesarias que otras en algunas tareas.


Y así fue, doscientos hombres partieron, dejando 50 para atrás. Quién sabe si quién se ha quedado en la isla ha conseguido sobrevivir?
Joana Salavisa 

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