El diario ficticio de abordo
7 de julio de 1522, Praia
Desde la última vez que aquí escribo, el estado de decadencia de los marinaio
en este navío va empeorando. De los cuarenta y seis uomini a bordo, tres
demuestran una pérdida de peso significativa lo que les está provocando
insuficiencias en el organismo, y siete de ellos se están pudriendo, lo podemos
observar debido a heridas abiertas de donde sale un líquido amarillento
mezclado con sangue resultando en un perfecto paraíso para las larvas de
las moscas donde ya se ve como perforan las carnes de estos.
Estando aún en el inmenso manto de agua, el Capitán de esta expedición
junto con Hernando de Bustamante
y Francisco Albo está tomando una decisión sobre medidas urgentes que
hay que realizar para poder finalizar la expedición y llegar así a el Porto.
Con el Sol cayendo sobre nosotros, el capitán D. Juan Sebastián del Cano
decide reunirnos a los treinta y seis hombres “sanos”, aunque cansados, en la
cubierta del navío para comunicarnos que rumbo iríamos seguir en nuestro viaggio.
El Capitán, de aquella villa del Norte de Castilla, nos dijo: “Camaradas,
estamos en una fase de esta expedición en el que el fin de ella puede ser algo
inalcanzable. Por eso, he tenido que tomar unas decisiones desesperadas pero
necesarias. Escuchen, no tenemos alimentos suficientes ya para nosotros, por lo
cual no podemos tratar más de los enfermos, por eso la única solución que veo
para estas personas apoderadas por Satanás es matarlas o encerrarlas
definitivamente en el bodega. La segunda de ella será la de arriesgar el
atraque en Praia, como ya sabéis territorio portugués. El atraque del navío
será una operación difícil lo tendremos que hacer de la siguiente manera: no
diremos que somos de la expedición de Magallanes y actuaremos como si fuéramos
unos simples navegadores de la Corona Española que solo buscan
avituallamiento para poder seguir el viaje con destino a la Península. Nos
pedirán algo en cambio
de las provisiones, y nosotros les daremos una ínfima
parte de especias. ¡Entendido!”
Ya es de noche y vemos tierra. Tres de los marinaio enfermos se opusieron a las órdenes
del Capitán y fueron ejecutados, y así sirvió de ejemplo para los demás que ya
están encerrados en las bodegas.
12 de julio de 1522, Praia
Escribo aquí hoy para informaros sobre lo ocurrido en estos giorni.
Fuimos mejor recibidos de lo que esperábamos. Conseguimos todas las
provisiones, pero a medida que fue pasando el tiempo se empezaron a escuchar
rumores de que los portugueses empezaban a dudar sobre el verdadero propósito
de esta expedición. Al final descubrieron la realidad, porque cuando ya nos
encontrábamos de salida hicieron prisioneros a dieciocho de nuestros uomini
y también fuimos despedidos con cañonazos potentes que hacían un ruido más
fuerte del que el de un trueno. El barco no sufrió ningún daño, las especias no
fueron saqueadas y a bordo se encuentran dieciocho marinaio que pasaré a
nombrar: Juan Sebastián del Cano, de Guetaria; Francisco Albo, de Axio; Miguel de Rodas, de Rodas; Juan de Acurio, de Bermeo; Antonio Lombardo Pigafetta, de Vicenza; Martín de Yudícibus, de Savona; Hernando de Bustamante, de Mérida; Nicolás el Griego, de Nauplia; Miguel Sánchez de Rodas, de Rodas; Antonio Hernández Colmenero, de Ayamonte; Francisco Rodríguez, de Sevilla; Juan Rodríguez, de Huelva; Diego Carmena Gallego, de Bayona; Hans, de Aquisgrán; Juan de Arratia, de Bilbao; Vasco Gómez Gallego el Portugués, de
Bayona; Juan de Santandrés, de Cueto; Juan de Zubileta, de Baracaldo.
A medida que subimos de latitud el tiempo va mejorando y llegar a Sevilla,
que en tiempos difíciles era una cosa inimaginable, ya va siendo una realidad
en nuestras cabezas. Esperamos, si no hay ningún imprevisto, llegar a Sevilla
en septiembre de este mismo año.
Si todo sale bien, aquí escribiré en los próximos días para seguir
informando sobre esta aventura.
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