lunes, 24 de noviembre de 2014

Los microcréditos


Muhammad Yunus es un banquero y economista de Bangladesh. Es el desarrollador del concepto de microcréditos. Los microcréditos son pequeños préstamos concedidos a personas económicamente pobres que no pueden solicitar un préstamo bancario tradicional. Su iniciativa comenzó en 1974 cuando Bangladesh sufrió una fuerte hambruna.

Generalmente la opción de tener a disposición los microcréditos es una manera eficaz de intentar no tener una población en situaciones de pobreza máxima, ¿Pero realmente son favorecedoras para aquellas a las que acuden a este sistema de prestamo?, ¿Es posible acabar con la pobreza con iniciativas privadas como los microcréditos del banquero Muhammad Yunus?, ¿No debería ser una cuestión de política internacional?

Los microcréditos pueden producir un cambio signifi­cativo en las pequeñas empresas y, en consecuencia, en la vida de aquellos que en su día, ante la imposibili­dad de acceder a un puesto de trabajo, se vieron obli­gados a generar su propio empleo en un sistema capitalista.

Principalmente se formaron para una buena causa, pero realmente, hay partes oscuras en la política de estos microcréditos. El endeudamiento hace mucho más vulnerables a quienes menos tienen. Sirven para transformar las políticas de cooperación internacional en políticas de bancarización, convirtiendo la pobreza en deuda eterna.

Al margen de sus luces y sombras, las microcréditos han sido considerados una solución optima para brindar ca­pital a mujeres pobres que de otra manera no podrían acceder a ningún tipo de ayuda económica. Des de su creación se han beneficiado más de 250.000 mujeres en situaciones económicas precarias en el mundo. Se han creado pequeñas empresas y redes de solidaridad cambiando el presente y el futuro de muchas mujeres y sus hijos en países donde estas sufren de desigualdad de oportunidades.


Las mujeres pobres son las administradoras más efi­cientes cuando se trata de recursos escasos; y ellas son las que más dificultades encuentran a la hora de acceder a los sistemas habituales de crédito. Las mujeres en general usan los microcréditos para comprar máquinas de coser, montar puestos de venta de comida o adquirir animales cuyos productos puedan venderse con beneficios; muchas también los han utili­zado para cubrir necesidades económicas inmediatas tales como las cuotas escolares.

Es necesario todavía un trabajo mucho mayor en la pues­ta en marcha de fórmulas solidarias, avanzadas y capaces realmente de apoyar a sectores alejados del acceso a la financiación, sin la gravosa carga de la deuda que estos grupos sociales no pueden asumir como una nueva y pe­sada losa en su esforzada vida. Sin duda, deberían explorarse nuevas fórmulas de economía social, sistemas mejorados de cooperativas, sociedades productivas, medidas para fomentar el em­pleo público y autonomía de las personas.


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