Muhammad Yunus es un banquero y economista de Bangladesh.
Es el desarrollador del concepto de microcréditos. Los microcréditos son pequeños
préstamos concedidos a personas económicamente pobres que no pueden solicitar
un préstamo bancario tradicional. Su iniciativa comenzó en 1974 cuando Bangladesh sufrió una
fuerte hambruna.
Generalmente la opción de tener a disposición los microcréditos es una
manera eficaz de intentar no tener una población en situaciones de pobreza
máxima, ¿Pero realmente son favorecedoras para aquellas a las que acuden a este
sistema de prestamo?, ¿Es posible acabar con la pobreza con iniciativas
privadas como los microcréditos del banquero Muhammad Yunus?, ¿No debería ser
una cuestión de política internacional?
Los microcréditos pueden
producir un cambio significativo en las pequeñas empresas y, en consecuencia,
en la vida de aquellos que en su día, ante la imposibilidad de acceder a un
puesto de trabajo, se vieron obligados a generar su propio empleo en un
sistema capitalista.
Principalmente se formaron para una buena causa,
pero realmente, hay partes oscuras en la política de estos microcréditos. El
endeudamiento hace mucho más vulnerables a quienes menos tienen. Sirven para
transformar las políticas de cooperación internacional en políticas de
bancarización, convirtiendo la pobreza en deuda eterna.
Al margen
de sus luces y sombras, las microcréditos han sido considerados una solución
optima para brindar capital a mujeres pobres que de otra manera no podrían
acceder a ningún tipo de ayuda económica. Des de su creación se han beneficiado
más de 250.000 mujeres en situaciones económicas precarias en el mundo. Se han
creado pequeñas empresas y redes de solidaridad cambiando el presente y el
futuro de muchas mujeres y sus hijos en países donde estas sufren de
desigualdad de oportunidades.
Las mujeres pobres son las administradoras más eficientes
cuando se trata de recursos escasos; y ellas son las que más dificultades
encuentran a la hora de acceder a los sistemas habituales de crédito. Las
mujeres en general usan los microcréditos para comprar máquinas de coser,
montar puestos de venta de comida o adquirir animales cuyos productos puedan
venderse con beneficios; muchas también los han utilizado para cubrir
necesidades económicas inmediatas tales como las cuotas escolares.
Es necesario todavía un trabajo mucho mayor en la
puesta en marcha de fórmulas solidarias, avanzadas y capaces realmente de
apoyar a sectores alejados del acceso a la financiación, sin la gravosa carga
de la deuda que estos grupos sociales no pueden asumir como una nueva y pesada
losa en su esforzada vida. Sin duda, deberían explorarse nuevas fórmulas de
economía social, sistemas mejorados de cooperativas, sociedades productivas, medidas
para fomentar el empleo público y autonomía de las personas.
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