Un microcrédito es un crédito muy pequeño destinado, originariamente, a personas empobrecidas de países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Para estas personas, la falta de avalistas, de empleo demostrable y la ausencia de un historial bancario les hace imposible el acceso a un crédito que permita mejorar sus condiciones de vida.
Los microcréditos fueros creados por Muhammad Yunnus, banquero y economista de Bangladés, fundador del Banco Grameen. Fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998, Premio Internacional Simón Bolívar en 1996 y con el Premio Nobel de la Paz de 2006 "por sus esfuerzos para incentivar el desarrollo social y económico desde abajo".
Desde los ochenta, cuando el fenómeno comenzó a ramificarse en todo el
mundo, los microcréditos parecían intocables: para la opinión pública
representaban la vía perfecta. Nadie los criticó. Sin embargo, en los últimos
años han surgido una serie de estudios independientes donde evidencia a través
de los datos recogidos en decenas de
programas de microfinanzas en todo el mundo cómo, salvo en contadas
excepciones, han sido un estrepitoso fracaso: "Su impacto sobre la pobreza es cero".
No funcionan porque: Según Milton Friedman, la única diferencia entre los
pobres y los ricos es el acceso al capital. En ese sentido, Muhammad Yunus es
conocido mundialmente, de forma positiva, como "el banquero de los pobres". Aunque ha criticado airada y
reiteradamente las malas prácticas de las instituciones de microcréditos, la
situación le ha superado. Su imagen de mito está empañada y cada vez son más las
líneas de investigación que atacan su iniciativa desde un punto de vista
teórico. En ese sentido, se ha criticado, por ejemplo, que no han servido para
financiar iniciativas de emprendimiento o actividades productivas, sino el
consumo.
Concluyendo, creo que los microcréditos tal y como los creo (o quiso crear)
Muhammad Yunnus han muerto, y los banqueros de la alta sociedad los han
resucitado pero con una gran diferencia, no ayudan, endeudan y engañan.
Óscar López
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