En los países en desarrollo,
una de las dificultades que sufren sus habitantes es la de poder disponer de
préstamos, ya que, ni bancos, ni empresas, ni grandes entidades financieras nunca
les prestarán ninguna ayuda económica a causa de no poder demostrar que cumplirán
con las condiciones que les son exigidas para devolver el préstamo. De manera
que estos países se hallan en cierta situación de estancamiento, ya que son pobres
y, al serlo, no se les permite la oportunidad de pedir un préstamo, cosa que
quizás podría sacarles adelante.
Como posible solución a
esto, hace unos años aparecieron los llamados microcréditos. Éstos, son
préstamos de pocas cantidades de dinero proporcionados a personas de escasos
recursos a los que los bancos no suelen concedérselos, de manera que les privan
la posibilidad de salir de su situación de pobreza. Los microcréditos han
permitido a mucha gente salirse de su situación ofreciéndoles así un mejor
futuro. Y el hecho de que los préstamos hayan resultado ser exitosos en
tantísimas ocasiones es algo que se ve reflejado en muchos estudios.
El Graameen Bank (creador
de la iniciativa) ha informado reiteradas veces que las tasas de éxito en la
devolución de los microcréditos son de entre el 95% y el 98%, luego se demuestra
que el hecho de proporcionar estas pequeñas ayudas económicas sale a cuenta tanto
para la mejora en las vidas de los clientes como para el beneficio de la
empresa.
A causa del éxito
demostrado de las microfinanzas y, sobre todo, de las oportunidades que éstas
aportan a aquellas personas que jamás han tenido ocasión de disponer de un
crédito a causa de su mal estado económico, los microcréditos se han popularizado
rápidamente. En el año 2009, 38 billones de dólares fueron prestados en forma
de microcréditos, lo cual significa que aproximadamente unos 74 millones de
personas, tanto hombres como mujeres, fueron beneficiados gracias a
microcréditos.
Si el simple hecho
de que los microcréditos hacen posible la mejora en la calidad de vida de miles
de personas pobres no fuera suficiente también ayudan a las mujeres a obtener
algo de independencia y, por lo tanto, a luchar en contra de la discriminación
de género al ofrecerles la posibilidad de obtener microcréditos (está
demostrado que en estos países, las mujeres tienden más a la responsabilidad). Desde
1996, el pequeño proyecto de microfinanzas de Roshaneh Zafar en la Fundación
Kashf, ha transformado la vida de más de un millón de personas (y muchas de
ellas, mujeres) en 26 distritos diferentes de Pakistán mediante el préstamo de
pequeños créditos, valorados en un total de 202 millones de dólares,
actualmente, según datos publicados por la propia fundación.
Los microcréditos
son, pues, una posible (y no dudosa, como defienden algunos) solución a
aquellas familias que viven en la pobreza y que, gracias a su iniciativa y
capacidad, podrían un día lograr salir adelante, si se les concediese quizás una
oportunidad determinada: los microcréditos.
Anna Calonge
Gemma Ruiz